Una película y una canción


Por: Arlindo Luciano Guillermo
arlugui@hotmail.com

Tarde o temprano la vejez llega. La juventud idealista y vital es un remoto recuerdo; la adultez cede paso a la decadencia. Ser viejo con espíritu juvenil es una declaración quijotesca. La vejez no es sinónimo de inutilidad, estorbo ni infertilidad. Es el camino inevitable que todo ciudadano recorre. 

Nacemos, crecemos. Cambia la piel, aumentan arrugas, el carácter no es el mismo. En la vejez asoma, como un ladrón que espera la noche para robar, las enfermedades, los achaques, la impaciencia y los temores. El Alzheimer, el Parkinson, la sordera y la vulnerabilidad hacen fila para visitar la vida trajinada del adulto mayor; también el abandono, la soledad, la ingratitud y la orfandad. Crece la sabiduría, los consejos se hacen más precisos y coherentes. La palabra adquiere autoridad plena. ¿Quién le enseñaría a un viejo cómo se transita la vida, si él lo ha hecho hace 50 o más años?  

Nebrasca (2013), dirigido por   Alexander Payne, es una extraordinaria película, en blanco y negro, que relata la travesía del anciano Woody Grant (Bruce Dern) y su  hijo David (Will Forte) en busca de un falso premio de un millón de dólares que le llegó por correo. El premio solo existe en la cabeza de Woody. En el trayecto surgen episodios que revelan la demencia senil de Woody, la ilusión por comprar una camioneta, el abordaje de la prensa local, la avaricia de amigos y familiares. El trasfondo del film muestra la situación real de un anciano incomprendido, la intolerancia de la esposa Kate (June Squibb) y los hijos que acompañan a cobrar el apócrifo premio. Es conmovedor ver a Woody Grant confiar ciegamente en la veracidad del millonario premio. Huye del centro médico para viajar caminando hasta Lincoln, Nebrasca. La gente lo cree rico, merece atenciones y  felicitaciones. Es el millonario del pueblo, pero nadie ha visto el dinero. La solidaridad entre padre e hijos es asombrosa y ejemplar. Regresa al pueblo conduciendo un vehículo moderno y una comprensora, comprados por David y Ross (Bob Odenkirk). ¿Para qué querría Woody Grant un millón de dólares? ¿Para dejarlo a sus hijos y a su deslenguada, gruñona y por momentos amorosa esposa? ¿Solo para comprarse una camioneta y pagar deudas antiguas? 

Hay una reactualización, en esta película, de la pareja inmortal de Miguel de Cervantes: el Quijote y Sancho Panza. Woody Grant es el Quijote que de pronto cree haber ganado un  premio millonario. Tras una vida desgraciada, conflictos familiares y alcohol, el anciano emprende el viaje para cobrar lo que cree que es suyo. No tiene recursos para hacerlo. Su hijo David, pide permiso en el trabajo, posterga asuntos sentimentales y lo acompaña hasta Lincoln. Él se encarga infructuosamente de desmentir la farsa, pero cede a las ilusiones del padre testarudo. Actúa con realismo y objetividad. Rocinante es el automóvil con el que viajan. Si bien no regresa como el Quijote, maltrecho y golpeado a La Mancha, Woody retorna sonriente, triunfante, con la camioneta que ansiaba comprar con el premio. Cuando llegan, Woody y David, a Lincoln, la empleada se encarga de desenmascarar la falsedad. Les dice que no hay ningún premio. Con deferencia obsequia a Woody un gorro por haber viaja desde  Billings, una ciudad a cientos de kilómetros de distancia.  
Nebrasca tiene un inicio fortuito que desencadena una historia llena de ilusiones, travesía con ejemplar paciencia, desengaño y, finalmente, con triunfo de comedia de autosatisfacción y sacrificio. Lentamente la película muestra la vida concreta y decadente de Woody Grant: anciano alcohólico, fantasioso, con locura senil, disfunción familiar, frustrado social y económicamente, un hijo con trabajo modesto y otro presentador de televisión. La película es mezcla de drama y comedia. El primero cuenta las peripecias del anciano Woody Grant; la segunda, la repartición ambiciosa de un premio que no existe.  

Nebrasca no tuvo fortuna en la última versión del Óscar. Quedará como un film de impacto emocional y retrato de una realidad urgente que atender: los desvaríos y sueños de la vejez, cual sea la latitud geográfica. No pudo con Doce años de esclavitud (mejor película), Gravedad (Alfonso Cuarón, mejor director) ni  El club de los desahuciados de Dallas (Matthew McConaughey, mejor actor).

El envejecimiento y la muerte son inevitables, aunque la biología molecular y la gerontología pueden dar sorpresas en los próximos decenios. Hay jóvenes de 80 años y viejos de 20. Todos vamos a morir algún día, pero mientras ese momento crucial y terminal en la Tierra no llegue, hay que vivir con dignidad, respeto, gratitud y en paz. “Lo vivido, lo comido y lo bailado” nos llevamos cuando morimos. La mortaja no tiene bolsillo. Aquí es donde hay que disfrutar de la vida solo o en compañía. El adulto mayor merece vivir con tranquilidad, con derecho a descansar, sin que nadie perturbe su paz interior. Nadie es juez para sentenciar a nadie. Una vida después de la muerte no está garantizada. Alimentarse correctamente, no fumar, cero estrés y ejercicios constantes alarga la vida, pero no detiene la vejez ni la muerte. Una vida desordenada, sin prevención ni moderación, es pasto para las enfermedades. La eterna juventud es un mito. La fuente de la eterna juventud no existe.      

Alberto Cortez, cantautor y poeta argentino, en La vejez, dice: “Me llegará lentamente / y me hallará distraído /  probablemente dormido sobre un colchón de laureles  / se instalará en el espejo inevitable y serena  /  y empezará su faena por los primeros bosquejos  /  con una hebras de plata me pintará los cabellos  /  y alguna la línea en el cuello que tapará la corbata  /  aumentará mi codicia, mis mañas y mis antojos  /  y me dará un par de anteojos para sufrir las noticias. / La vejez está a la vuelta de cualquier esquina  / ahí  donde uno menos se imagina / se nos presenta por primera vez. / La vejez es la más dura de las dictaduras / la grave ceremonia de la clausura /  de lo que fue la juventud alguna vez.”    

Nebrasca y La vejez (cine y música) nos conmueven y advierten porque es el destino hacia donde avanzan nuestras vidas día a día. Lo que se siembra se cosecha.

Fuente: Diario Ahora

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About Orlando Bravo Jesus

Blogger y periodista huanuqueño.
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