En los anales de la literatura infantil peruana perdura la obra eterna de Carlota Carvallo de Núñez, cuyo cuento "Oshta y el duende" se erige como un pilar de la narrativa fantástica. Este relato, enraizado en la oralidad quechua, cautiva con su mezcla de folklore andino y elementos mágicos que desafían las convenciones narrativas contemporáneas, según el análisis del escritor Jorge Eslava.
Nacida en Lima en 1909, Carvallo de Núñez fue mucho más que una escritora. Fue una multifacética artista plástica, docente comprometida y periodista incansable que dejó una huella imborrable en la cultura peruana. Inspirada por las diversas culturas y paisajes de su país, sus obras abarcaron desde la poesía hasta obras de teatro, reflejando su profundo vínculo con la naturaleza y la riqueza cultural del Perú.
Desde su infancia en Huacho, donde creció rodeada de una fauna exuberante y estimulada por unos padres que fomentaron su creatividad, hasta su formación en la Escuela Nacional de Bellas Artes de Lima y su matrimonio con el historiador Estuardo Núñez, Carvallo de Núñez llevó una vida de exploración y producción artística incesante.
Su legado literario incluye más de 100 cuentos y 10 libros, entre ellos "Oshta y el duende", "Rutsí, el pequeño alucinado", y "La tacita de plata", así como numerosos poemas, como el entrañable "La niña y el mar". Su contribución a la literatura infantil y su compromiso con la educación, evidenciado en su dirección de la revista "Urpi" y su labor docente, han sido reconocidos por generaciones posteriores y por instituciones como la Casa de la Literatura Peruana.
Aunque Carlota Carvallo de Núñez falleció en 1980, su influencia perdura en cada página de sus historias, esperando ser redescubierta y celebrada en toda su magnitud por nuevas generaciones ávidas de magia y cultura.
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