Gobernabilidad Efectiva

Por: Arlindo Luciano Guillermo
arlugui@hotmail.com

Nadie en el Perú hace lo que mejor le parece en el poder, en las instituciones y en el gobierno. Sin embargo, la realidad política muestra el lado oscuro del poder donde la corrupción, el autoritarismo y la transgresión de la ley son predominantes. Se ve que el gobernante se apropia por asalto del poder, las decisiones y el destino del pueblo. La gobernabilidad es, precisamente, una herramienta técnica y política para ejercer el poder y la gestión pública con una hoja de ruta clara y precisa. Esto permite legitimidad del gobernante, estabilidad del gobierno y eficiencia de los resultados.

Una gobernabilidad democrática implica la vigencia de los derechos humanos, equidad social, acceso a la justicia, prevención y gestión de conflictos, seguridad ciudadana, confianza en los políticos y un gobierno descentralizado, eficiente y transparente. De este modo se apuesta por un buen gobierno y el ejercicio del poder con transparencia, respeto a las instituciones, garantía de libertad de expresión y mejoramiento de la calidad de vida de los ciudadanos.

La gobernabilidad va acompañada de liderazgo concertador e inclusivo. Sin un líder, la gobernabilidad corre el riesgo de ser un barco a la deriva, un saludo a la bandera, un papel firmado por ciudadanos voluntariosos con buenas intenciones. Para que la gobernabilidad sea efectiva y provechosa para los pueblos y el gobernante es necesario tomar en cuenta algunos criterios, estrategias y percepciones que deben ser monitoreados, revisados y contextualizados constantemente. 

1. Cumplir el pacto ético antes de las elecciones y después de estas. El respeto a la firma es importante porque revela que el ciudadano sabe cumplir su palabra. Si lo ha hecho antes de llegar al poder, lo hará cuando tome decisiones políticas. Un pacto ético exige un ciudadano ético.

2. Acatar el acuerdo de gobernabilidad. El gobernante tiene que enfrentar con firmeza y valentía la pobreza, la corrupción, la depredación del medio ambiente, la exclusión social, la baja calidad educativa, la desnutrición infantil y el déficit de redes viales. Un presidente o alcalde no gobierna para sí, sino para el pueblo que lo eligió.

3. Promover un gobierno de concertación real, pragmática y funcional, sin condiciones ni repartija. No se gestiona con efectividad cuando todos están en contra del gobernante. Los movimientos políticos, los líderes y los profesionales pueden aportar al margen de los colores políticos. 

4. Convocar a ciudadanos según los méritos éticos y calidad profesional. Un gobierno regional o municipal debe reunir a ciudadanos con talento, capacidad y desprendimiento. Con este capital humano se puede mejorar y apresurar la resolución de problemas centrales y coyunturales.

5. Actuar con transparencia durante el ejercicio del poder. Históricamente el poder ha embrutecido al gobernante, convirtiéndolo en un patán, soberbio, todopoderoso, un dios liliputiense con pies de barro. El poder es una ilusión efímera. El gobernante debe exhibir madurez, actitud de adulto maduro, manejo de inteligencia emocional y autoconocimiento de competencias intelectuales y profesionales.

6. Rendir cuentas públicamente a los ciudadanos. No se elige a ungamonal o a un patrón, sino a un estadista que gestione con eficiencia y siempre haciendo conocer los resultados de la gestión. La comunicación efectiva y oportuna es importante para un gobernante. Nadie gobierna desde las tinieblas ni mudo.

7. Escuchar al pueblo, a los líderes de las organizaciones vecinales, al periodismo y al ciudadano de a pie. No se puede gobernar escuchándose a sí mismo. Un gobernante que escucha a su pueblo es sabio; el que diferencia la sugerencia del chisme, doblemente sabio.

8. Crear condiciones para la estabilidad en la conducción de las instituciones. El desgobierno, la anarquía y los conflictos por intereses mezquinos revelan que el gobernante no es capaz de imponer autoridad ni crear un clima de convivencia democrática. El gobernante es el capitán de la embarcación.

9. Practicar la tolerancia, paciencia y pluralidad. Evaluar las críticas antes de tomar decisiones unilaterales es gobernar con prudencia. Quien no escucha a la oposición es un inquisidor medieval, autoritario y, con seguridad, un intransigente que cometerá errores mayúsculos.

10. Convertir a la política es un instrumento de negociación, concertación, consenso, trabajo corporativo y liderazgo inclusivo. La política es un el arte de servir al pueblo. El gobernante tiene que ser un gran político y un técnico efectivo.

Cualquier acuerdo de gobernabilidad es totalmente inviable si está ausente la decencia del ciudadano gobernante, el pacto ético y la honradez durante el ejercicio del poder. Una actitud positiva, proba y efectiva no llega por inercia, por arte de birlibirloque, sino de la calidad y significación de la educación recibida en la escuela, la familia y el entorno profesional. Dios nos libre de un gobernante bribón, don nadie, mentiroso, cleptómano y megalómano. “Roba, pero hace obras” deteriora a la democracia, la gobernabilidad y la institucionalidad. Revela, sin duda, un alto grado de inmoralidad, corrupción y la práctica cotidiana del cinismo en la política y en el poder.

Los valores éticos, las habilidades sociales y las competencias comunicativas regulan, precisamente, los límites de la permisibilidad y la audacia. Quien se pasa de la raya debe ser vacado inmediatamente. Los gobernantes actúan según su ética, la educación recibida y las prácticas cotidianas. Acaso a un ladrón se le hace firmar un documento donde se compromete a no robar. El ladrón siempre será ladrón si no hay enmienda ni conversión. La única manera de comprobar si hubo o no rectificación es observar su vida coherente. Para un corrupto robar es tan natural como respirar. Un sicario asesina como si cumpliera un mandato casero. Un mitómano inventa mentiras como si bebiera agua de cualquier caño. Un ciudadano decente actúa de acuerdo con sus principios éticos porque sabe que el mejor juez es la conciencia, a quien, como a Dios, no podrá engañar. El ciudadano responsable tiene que entregar su voto al mejor ciudadano, no a quien le entrega un regalo para convencerlo. El poder político y la fortuna no son perversos. El problema es cómo se usan en beneficio de quién o de quiénes. Sin poder no hay decisiones; sin fortuna no hay pan ni satisfacción de necesidades. Un gobernante sin ética coherente ni eficiencia en la gestión, sin duda, irremediablemente, será corrupto y mediocre.

Fuente: Diario Ahora
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About Orlando Bravo Jesus

Blogger y periodista huanuqueño.
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